Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño.
1 Corintios 13:11
La madurez espiritual se logra a través de parecernos cada vez más a Jesucristo. Después de la salvación, cada cristiano comienza el proceso de crecimiento espiritual, con la intención de ser más maduro espiritualmente. Según el apóstol Pablo, es un proceso continuo que nunca terminará en esta vida. La madurez requiere un reordenamiento radical de nuestras prioridades, cambiando de complacernos a nosotros mismos para agradar a Dios y aprender a obedecerle. La clave de la madurez es la coherencia y la perseverancia en hacer aquellas cosas que sabemos que nos acercan a Dios. Estas prácticas son conocidas como las disciplinas espirituales e incluyen cosas tales como lectura y el estudio de la biblia, la oración, la comunión con los hermanos, el servicio y la administración. Aún sin importar cuán duro pudiéramos trabajar en eso, nada sería posible sin la activación del Espíritu Santo dentro de nosotros.