«Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman.» Santiago 1: 12
Sí, es bienaventurado mientras está soportando la prueba. Ningún ojo puede ver esto mientras no haya sido ungido con el colirio celestial. Pero debe soportarla, y no debe ni rebelarse en contra de Dios, ni apartarse de su integridad. El que ha atravesado en medio del fuego y no ha sido consumido como una falsificación, es bienaventurado. Cuando la prueba hubiere terminado, entonces viene el sello de la aprobación divina: «la corona de vida.» Como si el Señor dijera: «que viva; pesado ha sido en balanza, y no fue hallado falto.» La vida es la recompensa, la realización del propósito divino concerniente a nosotros. Una forma más elevada de vida espiritual y gozo coronan ya a aquellos que han pasado con seguridad las pruebas más fieras de fe y de amor.
El Señor ha prometido la corona de vida a quienes le aman. Sólo los amantes del Señor soportarán en la hora de la prueba; el resto se hundirá, o se abatirá, o regresará al mundo. Vamos, corazón mío, ¿amas tú a tu Señor? ¿Verdaderamente? ¿Profundamente? ¿Enteramente? Entonces ese amor será probado; pero las muchas aguas no podrán apagarlo, ni lo ahogarán los ríos.
Señor, que Tu amor alimente mi amor hasta el final.