A la declaración de Jesús “Yo soy la Resurrección”, antecede un milagro extraordinario: la resurrección de Lázaro quien hacía ya cuatro días que había muerto. Y por medio de este milagro demostró que tiene el poder de traer a las personas de la muerte a la vida y cumplir absolutamente lo que él había dicho: «Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia» (Juan 10:10).
Esto fue una prueba indubitable para los judíos que Él era el Mesías prometido, pero muchos ¿por qué no le creyeron? Algunos lo miraron como el simple hijo de un humilde carpintero, otros lo consideraron un hereje, blasfemo e impostor. Pero el propósito final es llevarnos a Él, pues él tiene poder sobre la muerte, en la cual nos encontrábamos.
La Biblia dice: “Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados” (Efesios 2:1). Él es el Creador de la vida y sin duda puede restituir la vida. Todo aquel que cree en Cristo tiene vida y vida eterna. Cuando comprendemos su gran poder, sólo queda entregar nuestra vida a Él.
Jesús es la resurrección y la vida. La resurrección significa la victoria de Jesús sobre el pecado y la redención para el pecador, por tanto, cuando una persona entiende quién es Jesús y pone su fe en él, todas las cosas cambian, las pruebas y sufrimientos ya no son tan dolorosos. La esperanza que nos da el saber que él es la «Resurrección y la Vida» nos da una confianza segura ahora y en el futuro.