1Tenía Noemí un pariente de su marido, hombre rico de la familia de Elimelec, el cual se llamaba Booz. 2Y Rut la moabita dijo a Noemí: Te ruego que me dejes ir al campo, y recogeré espigasa en pos de aquel a cuyos ojos hallare gracia. Y ella le respondió: Ve, hija mía. 3Fue, pues, y llegando, espigó en el campo en pos de los segadores; y aconteció que aquella parte del campo era de Booz, el cual era de la familia de Elimelec. 

Rut 2:1-3

Creemos que el Señor nos guía así como guió a Rut. Creemos que si usted hubiera estado con Rut por ejemplo aquel día cuando salió a recoger espigas, podría haberle dicho: «Rut, ten cuidado a dónde vayas». Y probablemente ella le habría respondido: «Sí, claro, tendré cuidado». Usted podría preguntarle más tarde: «¿Por qué pues, escogiste el campo de Booz?» Y, creemos que ella le contestaría: «Bueno, lo escogí porque miré al campo al otro lado del camino y nadie estaba espigando allí. Pero en este campo, había tantos que espigan que di por sentado que el dueño del campo debía ser un hombre muy generoso». Y así estimado oyente, de esa misma manera, Dios quiere guiarnos hoy en día. Dios quiere que permanezcamos cerca de Él. No nos va a entregar ningún mapa de carreteras con nuestro camino trazado. Él dijo en el Salmo 32, versículo 8: «Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; sobre ti fijaré mis ojos». Tenemos que estar muy cerca de Él para poder ser guiados. No podemos simplemente correr a Dios para asirnos de Su voluntad en el último momento, cuando ya nos hallamos en apuros. Se trata de permanecer cerca de Él en todo momento.