«Yo la luz he venido al mundo para que todo aquel que cree en mi no permanezca en tinieblas.» Juan 12:46

Este mundo es oscuro como la medianoche; Jesús ha venido para que, por fé, tengamos luz y no permanezcamos por más tiempo en la tenebrosidad que cubre a todo el resto de la humanidad. Todo aquel es un término muy amplio: quiere decir ustedes y yo. Si confiamos en Jesús, no permaneceremos más en la oscura sombra de la muerte, sino que entraremos en la cálida luz de un día que no terminará nunca. ¿Por qué no salimos a la luz de inmediato?  Una nube se puede cernir algunas veces sobre nosotros, pero no permaneceremos en la oscuridad si creemos en Jesús. Él ha venido para proporcionarnos abundante luz del día.  Jesús ha venido para liberarnos de la noche de la depravación natural, de la ignorancia, de la duda, de la desesperación, del pecado y del terror; y todos los creyentes sabrán que Él no viene en vano, como tampoco lo hace el sol que sale y esparce indefectiblemente su calor y su luz.

Arroja con una sacudida tu depresión. No permanezcas en las tinieblas, sino habita en la luz. En Jesús está tu esperanza, tu gozo, tu cielo. Míralo a Él, y únicamente a Él, y te gozarás como los pájaros se deleitan con la salida del sol, y como los ángeles se gozan delante del trono.

Jesús habló una vez más al pueblo y dijo: «Yo soy la luz del mundo. Si ustedes me siguen, no tendrán que andar en la oscuridad porque tendrán la luz que lleva a la vida». Juan 12:8