Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes.

Efesios 6:13

Lo primero es fortalecernos en el Señor. ¡De él viene nuestra fuerza! Esta llega cuando reconocemos que dependemos de Dios, le buscamos en oración, leemos su Palabra y escuchamos su voz.

Luego debemos vestirnos, tomar la armadura y ponérnosla. Esto requiere iniciativa, una acción de nuestra parte y una decisión: no me enfrento con mis propias fuerzas sino que uso las armas que Dios me da. Es un acto de humildad y de confianza total en su poder y en su sabiduría.

Jesús ya venció al diablo en la cruz, la batalla final está ganada. Sin embargo, nos enfrentamos a batallas espirituales cada día y debemos hacerlo con las armas que Dios nos da, no con nuestro intelecto o con nuestras fuerzas físicas. Esta es una lucha espiritual y nuestro adversario, el diablo, es astuto e intentará desanimarnos en nuestro andar con Cristo. Usando bien las armas que Dios nos da, venceremos.